Ay, William

Con «palabras cuidadas y silencios que resuenan» (The New York Ti­mes), hace tiempo que Elizabeth Strout ha conquistado el corazón de los lectores gracias a sus sobrias y exquisitas indagaciones en torno a la fa­milia, las relaciones humanas y el duelo.

Su «perfecto conocimiento de la condición humana» (Hilary Mantel) se ha hecho más evidente que nunca en las páginas de Ay, William, donde la icónica protagonista de Strout, Lucy Barton, rememora su compleja y tierna relación con William, su primer ma­rido, un viejo amigo y confidente que aparece y desaparece de su vida una y otra vez. Al recordar sus años de universidad, el nacimiento de sus hijas, la dolorosa ruptura de su matrimonio y las vidas que fueron construyendo con otras personas, Strout teje un retrato asombrosamente sutil de una relación que ha durado décadas.

TEMAS Y CLAVES DE LA NOVELA

• Esta novela es una lección magistral sobre el arte de contar historias y sobre la empatía humana, que capta la alegría y el dolor de ver a los hijos crecer y formar sus propias familias; de descubrir de manera tardía secre­tos familiares que otorgan un orden nuevo a lo que creíamos saber sobre nuestros seres más cercanos; de aprender acerca de las múltiples formas que la gente tiene de vivir y amar pese a los obstáculos que para ello ten­gamos que sortear.

• En el centro de la historia, se halla la voz inolvida­ble e indomable de Lucy Barton, quien, de nuevo, nos trae una reflexión profunda y perenne sobre nuestra propia existencia: «Así es la vida —dice Lucy—: son muchas las cosas de las que no nos damos cuenta hasta que es demasiado tarde».

«Con su privada pero a la vez universal saga acerca de las idas y vueltas de la escritora Lucy Barton, Elizabeth Strout —gran conjuradora de la epifanía íntima y doméstica— se consagra como la más magistral alumna de John Cheever».

Rodrigo Fresán